Algo sobre mi........

En esta muestra se recogen los trabajos de esta joven artista ubriqueña y en ella se puede ver un recorrido por distitntas técnicas gráficas, mostrando una evolución temporal y artística que va desde el grabado clásico (aguafuerte, aguantina...) hasta llegar a otras técnicas menos tóxicas (como el poliéster o el fotopolímero).

En la obra se puede apreciar el paso por las distintas fases que 'ha sufrido' la artista. Yendo y viniendo a lo largo de todo este tiempo por una serie de imágenes de añoranza y recuerdo. Se trata, pues, de un bagaje visual de muchos años. Que se ha visto convertido en un homenaje a sus raíces, donde no es la técnica sino el paisaje y los personajes lo que nos llaman poderosamente la atención.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Estefanía Hernández Guerra pintando su cuadro "Las Costureras"




EL PRESENTE DE LA MEMORIA SE CONVIERTE EN OBRA DE ARTE

          Todo sucede siempre al abrigo de la sombra. En la obra de Estefanía Hernández
Guerra, todo sucede siempre al abrigo de la sombra. Como un momento a buen
recaudo, rodeado por el abrazo cómodo y protector de esa sombra que no es sino el
tan familiar entorno de la intimidad; se sucede todo un repertorio de escenas
cotidianas en el que la nota común, la complicidad de cada una de las vidas que se
representan ahí, que se presentan ante nosotros solidificadas en la instantaneidad,
en la viva pulsación de la empatía por lo más normal de la vida, bien podría ser un
repertorio con un patrón que sea de tensión sostenida, de placentera indiferencia a
lo que ocurra más allá de los límites de la huella grabada, caída sobre los hombros
hacia la luz que acecha, o sea el de la sonrisa complaciente, prólogo si acaso de las
más sencillas fiestas, las del diálogo anecdótico, las del instante evadido.

         Toda esta serie de individualidades compartidas, todo este catálogo de emociones
privadas, y que, como digo, sucede al abrigo de la sombra, como un tango
apesadumbrado, de la más común anécdota escrita a prensa y huella por el trazo
más humano, otra vez el más común, el más conocido a nuestra cotidianeidad, el
del sencillo bolígrafo, se presenta ante nuestros ojos, espectadores como somos de
una vida que pasa delante, "voyeuristas" y "grandes hermanos" de un espectáculo
que nos implica reflexivamente en el recuerdo de nuestra propia memoria
acumulada. Se presenta, como digo, ante la mirada pública en forma de Historia, la
Historia con mayúsculas, la consagrada y contrastada para la memoria de los que
vendrán; y en forma de historias sorteadas, también, anecdotario familiar sobre
soporte fotográfico que un día se hará documentación de una historia mayor,
vivencia personalísima convertida en sólido sedimento del presente.

        Esto, a grandes rasgos, es lo que nos muestras el mínimo trazo de Estefanía en su
serie de grabados. Pues bien podría ser todo un film de la memoria imaginal. Bien
podría ser toda la "fauna" fotográfica que en vez de emerger del pasado y de los
baúles, como acostumbra a suceder se queda encerrada, sin testigos y sin familia
que los ampare. Bien podría reclamar para sí el derecho del presente; reclamar a
los venideros caminantes del camino el favor de la memoria histórica más
inmediata, el favor de la imagen, pasado cómplice, en forma de arte del presente.
Bien podría, como sucede en la detenida atención de nuestra artista, hacerse
presente, ignorar pasado alguno, y ser por sí mismas, resucitar del anecdotario para
hacerse vida, juego íntimo que se suceda de nuevo ante nuestros ojos como un
auténtico renacer del goce de la vida.

       La de aquí es historia popular en todos los sentidos, la más empática y merecida por
los lectores de imágenes, de documentos de la vida.
Las de aquí, las historias que se narran aquí, y que podrían recorrer hasta el infinito
número de la comunidad en que se inserta su narración detenida, son los pliegos
que nos presenta ahora la artista de Ubrique. Se sucede por lo tanto el retrato
concienzudo de la persona con su oficio, cualquiera que este sea, siempre el uno
con la otra: el de una pequeña niña detenida en el juego de su educación; el de una
anciana contemplando el acaecer de día en el quicio de la vivienda, viendo el
tiempo pasar, como se acostumbra a decir; o el discurso casi jocoso de la costura
entre amigas; diluido como está el oficio en la familiaridad de los personajes.
Se podría decir, entonces, que no sería nada de estos personajes, más aún, de la
comunidad que de ellos se nutre para existir, de no ser por el ejercicio de ese
ambiguo sentido del oficio que le otorgamos al desarrollo de la vida, que los define y
los protege, en el ir y venir de las pulsaciones de que se compone el hecho del
presente.

     Memoria popular hecha con su más natural escritura, la del presente, la del
bolígrafo, el trazo nervioso y vital de la caligrafía convertido en trazo de poema
documental y artístico, el trazo ágil y efímero que se deshace como una sombra en
la realidad que proyecta la representación. El trazo, y la líquida presencia de la
mancha, la acuosa dignidad de la memoria, de todo lo recordado por la fotografía,
como un brillante lunar que se recorta del difuso pasado. Todo ello es lectura, más
que retrato; costura sobre el soporte plano del papel de grabado, costura a base de
tinta punteada sobre una fingida tela que no es sino la red bien tejida, bien atada,
aquí, de la memoria de una comunidad.

Antonio José Jaenada Jaenada
Licienciado en Bellas Artes y Licenciado en Historia del Arte
Granada, 2010

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